Probablemente, si hace 3 meses se hiciera una apuesta en la que se jugara las más mínima cantidad de algo material a que en Diciembre estaría entrenando más de 3000 metros de piscina, incitaría a todos a que no apostaran a mi favor, pues me quedaría un cargo de conciencia increíble ya que, de ninguna forma, entraba eso en mi cabeza.
Hoy han sido 3200 metros de piscina en 60'. Increíble. Pocas veces, como esta semana, he sentido cómo me desplazo en el agua, cómo avanzo metro a metro deslizándome, cómo cada brazada levanto el brazo más que en la anterior, cómo levanto los codos una y otra vez, cómo soy capaz de administrar la respiración y no asfixiarme, cómo me hago 1500 metros sin parar si quiera a desempañarme las gafas.
Y mi cuerpo lo asimila. De hecho siento como me dice: "todo lo que me hagas hoy, voy a asimilarlo, no vas a poder conmigo. Hoy no vas a cansarme". No, no estoy loco. Es una sensación rara que a día de hoy me ocurría corriendo, de ahí mi ritmo demoledor en los ultras tipo Ruta de las Fortalezas, cuando en el kilómetro 48, después de 1200 metros de desnivel positivo, mi cuerpo aguanta ritmos corriendo por debajo de los 5min/km.
Ahora esa sensación se ha duplicado y soy capaz de encontrarla en el agua. Ya no me aburro contando un largo tras otro. Ahora es ambición por hacer 3, 4, 5, 6 largos más antes de que me echen de las piscina. Hoy he disfrutado nadando.
Mañana toca otro día duro, con bicicleta y correr, todo seguido, para entrenar la transición 2 (T2). Espero encontrar también pronto esa sensación de la que os hablo, estando encima de la bici.
En realidad, no se me hace pesada la bicicleta, ni mucho menos, pero me faltan aun muchos kilómetros para tener el potencial de aguantar lo que le eche al cuerpo.
En definitiva, falta un día para acabar esta semana de impacto con la que estoy muy satisfecho.
Algo me dice que estas navidades van a ser duras... Pero les tengo muchas ganas!!!
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